jueves 2 de agosto, 15:39

estamos en la fonda de santa julia en pereira esperando mi solomito en salsa de pimienta y el róbalo a la plancha de daniela. llegamos hace una hora a pereira después de unos recorridos espectaculares por el parque los nevados y por los cafetales. ayer nos levantamos muy tempranito y partimos a los nevados. el camino es largo, no porque quede muy lejos, sino porque es muy sinuoso, no es pavimentado, y hay que hacer varias paradas para ir aclimatando al cuerpo a la altura. recogimos a un grupo de extranjeros y a un par de caleños, y nos detuvimos a desayunar en una casita en la montaña un canelazo (agua caliente con canela), quesito panela y una arepa--la primera que probamos con sal y que no sabía a pura masa cocida. a medida que subíamos, sentíamos más y más frío, así que compramos unos gorritos y dana unos guantes en la laguna negra. a los 4800m alcanzamos un refugio en medio de un paisaje completamente desértico con rocas rosadas por las altas concentraciones de azufre. la temperatura, según la guía carolina, era de 6 grados, muy diferente a los 15 grados que nos había prometido jacqueline, la que nos vendió el tour (y a quien dana, titiritando, no dejó de maldecir, jajaja). sin embargo, una vez que emprendimos el camino cuesta arriba, el frío pasó a segundo término. la nueva inquietud era cómo íbamos a hacer para subir 300m hasta la cima a 5100m cuando cada 5 pasos que dábamos sentíamos que la respiración se nos cortaba y que el corazón nos daba de golpes en la garganta. paso a pasito subimos, aunque no hasta arriba. quedamos a 25m de la cima, pero el aliento entrecortado y la presión en los ojos y la cabeza hicieron que esos 5075m nos supieran a 5100. la bajada fue muy sencilla y entonces el frío ya era la última de las preocupaciones porque el irnos deteniendo para no resbalar nos hacía sudar la gota gorda. ya en el refugio supimos que varios habían sufrido los síntomas mayores del mal de altura, incluído el vómito continuo, y tuvieron que descender. de regreso llegamos a comer y a bañarnos en las aguas termales para relajarnos... ¡delicioso! (n.b. recordar no abrir los ojos en el agua la próxima vez que me bañe en aguas sulfurosas.)